Eliot Spitzer, Gobernador de Nueva York, casado y con tres hijas, ha tenido que presentar la dimisión al hacerse público que se iba de putas, lo que en una sociedad puritana, como la estadounidense, es imperdonable y condenable en un cargo público.
Parece claro que el sexo enloquece en diferentes sentidos.
El puritanismo que domina la vida pública estadounidense hace que una infidelidad conyugal, pagada o gratuita, sea motivo de escándalo pero que el Presidente vete una ley que intenta prohibir la tortura a los detenidos en la guerra contra el Mal, no lo sea. Esto en mi pueblo se llama hipocresía pura y dura.
La vida pública acaba donde empieza la privada que no debe airearse por cometer pecados sino exclusivamente en caso de delitos.
Lo que no se puede admitir es que un cargo público se corra juergas con el dinero de todos como parece que ha pasado con un Concejal de Palma.
La vida pública acaba donde empieza la privada que no debe airearse por cometer pecados sino exclusivamente en caso de delitos.
Lo que no se puede admitir es que un cargo público se corra juergas con el dinero de todos como parece que ha pasado con un Concejal de Palma.
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