En la edición de abril,
Le Monde Diplomatique incluye el interesante artículo
¿Hay que legalizar las drogas? de
Pierre Charasse. Aunque el autor no se atreve a defender claramente la legalización de las drogas y prefiere centrarse en alternativas al fracaso de su eliminación, dado el fracaso de la lucha liderada por los norteamericanos desde principios del siglo XX (¿y si no hubiera fracasado, todos contentos?), nos informa que un año más, como conclusión a la reunión anual de la
Comisión de Naciones Unidas sobre Estupefacientes, todo sigue igual en la lucha del Bien contra el Mal ( que ahora engloba cosas tan dispares y malévolas como drogas, terrorismo, crimen organizado y blanqueo de dinero) o mejor aún, en la Lucha del Paternalismo moralino contra el Libre Albedrio del personal.
En la bibliografía cita un artículo de
Moisés Naím que pasamos a comentar.
Aunque políticamente la ideología del escritor venezolano Moisés Naím nos es muy lejana, publicó en 2009 en
El País un buen artículo sobre el tema tan tabú de la ilegalización mundial de las drogas que nos parece de gran interés.
El título ya avanza bastante por donde va el contenido:
Del 'prohibido fumar' al 'prohibido pensar'.
Naím nos resalta una curiosa contradicción entre la población que a pesar de opinar que la guerra contra las drogas ha fracasado, cree que no es posible cambiar la política actual de oposición frontal contra las drogas. De ahí lo del “prohibido pensar” en cualquier alternativa a la ilegalización.
Los partidarios de mantener indefinidamente esta lucha sin cuartel opinan que la legalización aportaria desgracias y dolor insoportable pero nadie se quiere fijar en las consecuencias de esta guerra imposible de ganar: cárceles hacinadas por delitos de drogas, muertos por doquier en ajustes de cuentas, familias destrozadas, corrupción imparable en todas las esferas e incluso gobiernos desestabilizados. Todo ello sin considerar el desorbitante coste económico, que serviría para ofrecer a los drogotas irresponsables tratamientos de lujo.
¿Y si nos atrevieramos a pensar?