Estos carroñeros pasan el tiempo camuflados de periodistas serios que miran con desdén a sus colegas de la Prensa Rosa pero cuando llega la ocasión, recordemos el atentado a los trenes de Madrid y ahora la tragedia de Barajas, llegan en bandadas a la escena, rodean a su presa - los indefensos familiares de las víctimas-, apuntan con sus cámaras y micrófonos y disparan encarnizadamente sin descanso ni compasión en una loca competición por exprimir al máximo su dolor, y conseguir los mejores trofeos de su sufrimiento, que bien aliñados emocionarán a su audiencia. Mientras, las víctimas habrán sufrido como propina la violación de su Intimidad.
En cada tragedia se vuelve a producir por mucho que se alcen críticas pidiendo ponderación y sobre todo sensibilidad. No saben o no quieren distinguir entre información y espectáculo morboso. Todo se hace para satisfacer el derecho a la información de espectadores, oyentes y lectores por lo que tenemos mucho que decir para cambiar esta situación.
¡Hasta el personal de rescate hace fotos y filmaciones!
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