
Y como ocurre con la energía, que ni se crea ni se destruye, algo parecido pasa con el poder y el dinero que cambian de dueño, concentrándose en una minoría.
¿Y si la crisis económica sirviera para buscar alternativas al capitalismo imperante?
Parecen muy acertados los que opinan que aprender de los errores es fundamental para no volver a cometerlos. Mientras, los economistas se resignan a admitir que las crisis son cíclicas e inevitables.
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