OBSERVATORIO DEL DERECHO A LA INTIMIDAD Y AL LIBRE ALBEDRÍO

lunes, 7 de mayo de 2007

A LA CÁRCEL !!!


Hay que decir bien claro que una cosa es la condena de cárcel impuesta en cualquier sentencia y otra bastante diferente el tiempo efectivo de privación de libertad (que es bastante menor debido a las concesiones de Permisos de salida o del Tercer Grado)

La ley concede a nuestros gobernantes (Administración Penitenciaria) un margen amplísimo para decidir como se lleva a cabo la pena de privación de libertad llegando en muchos casos al escándalo de acabar siendo un indulto encubierto que deja sin contenido el castigo impuesto por el Tribunal en su sentencia.

Para frenar la delincuencia no solo hay que considerar la dureza de las penas, también la seguridad de que inevitablemente se cumplirán en su totalidad. Si el delincuente tiene la esperanza de que por un motivo u otro, su pena quedará finalmente descafeinada o incluso no la cumplirá. Esta es la finalidad de la reforma del Código Penal que se hizo en 2003.

Hemos hecho (o mejor dicho nos han hecho nuestros políticos escuchando a los expertos) una ley penitenciaria pretenciosa y utópica.

Pretenciosa ya que pretende que la condena se aplique de forma individualizada a cada preso con criterios científicos (¿?) y así cada preso se clasifica en un Grado. Hay 3 grados. El Primero es el más estricto. El Segundo, el más habitual, permite que el preso tenga 36 días de permiso anuales. Y en el Tercero, solo se duerme en la prisión de lunes a jueves.
Nuestra ley también es utópica ya que pretende que nuestras cárceles reeduquen al delincuente para que cuando salga libre pueda reanudar su vida dentro de la ley y no reincida. Nunca he leído estadísticas de presos rehabilitados pero sospecho que las cifras son escasas, de lo contrario tendrían gran publicidad.
La Criminología, al igual que la Psicología o la Sociología, es un intento de entender y prever el comportamiento humano con tantos errores o más que la Meteorología.

Es público que determinados grupos de delincuentes, como los delincuentes sexuales (violadores o pederastas), la mayoría de terroristas, los miembros de mafias internacionales, etc. son de casi imposible recuperación para la Sociedad.
Sería más eficaz que los recursos reeducadores se centrasen en el resto de delincuentes, especialmente en los más jóvenes y en los que ingresan por primera vez.

Es absolutamente decepcionante para sus víctimas y para la sociedad en general que algunos presos aprovechen el permiso de salida, obtenido por su buena evolución, para volver a delinquir, y deja en muy mal lugar el trabajo de los reeducadores. Algo falla.

Muchos delincuentes, pocas cárceles
La población reclusa no para de aumentar y nuestras cárceles están muy masificadas por falta de construcción de nuevas, debido a la falta de coraje de nuestros gobernantes ante las protestas vecinales.
Tenemos 141 presos por cada 100.000 habitantes. La tendencia a construir cárceles si no lujosas, excesivamente equipadas y cómodas: la de Brians 2 (inaugurada en junio de 2007 en Barcelona) está dotada de servicios de primera categoría. Amén de los tradicionales talleres, biblioteca, enfermería, patio de recreo, aquí es posible gozar de una sala de estar, un gimnasio, una pista polideportiva y una piscina. Todo lo cual puede sonar a cachondeo, porque viene a resultar que los reclusos dispondrán entre rejas de aquello que la inmensa mayoría ni tan siquiera ha vislumbrado durante sus años de vida en libertad. (Eulalia Solé en La Vanguardia)


No es de recibo que por el hecho de que nuestros gobernantes no han sido capaces de construir más cárceles para acoger el aumento de delincuentes, ahora haya que buscar mecanismos de urgencia (permisos, etc.) para hacer sitio a los nuevos ingresos. La realidad indica que cada comarca debería tener su propia cárcel, al igual que tiene su Centro de Salud. Creo que las cárceles de tamaño reducido son menos problemáticas.

Resulta más realista y eficaz, mantener al delincuente privado de su libertad y alejado de la Sociedad cumpliendo el castigo integro impuesto por los jueces para desanimarle a reincidir y para escarmiento de los que estén tentados a cometer los mismos delitos que el estado actual en que las condenas quedan bastante minimizadas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El tema se va abriendo y haciendose más estimulante. Debates públicos dignificarían las maltrechas pàginas de los periódicos. En estos solo hay bronca entre políticos entendiendo que ello tiene más rédito electoral que debates rigurosos. Entienden nuestros políticos que la rentabilidad electoral se gana simplemente llevando la contraria de una manera sistemática al contrario y esforzándose en despestigiarlo, manifestando la mala fe del oponente. Entienden que debates rigurosos como los que se nos proponen en este blog para mejorar la convivencia no hacen mella en el elector. Creo que si se impusiera esta alternativa, la de los debates rigurosos empezaría a leer los periódicos; en su realidad actual se me caen de las manos.
Sobre el tema de las cárceles, el régimen penitenciario y la justicia, tengo entendido que nuestro Derecho penitencial se basa en un primer principio básico. Propone un sistema en el cual se considera preferible que 99 culpables estén libres en la calle que 1 sólo inocente esté en la cárcel. Pobre la política de reducción de penas, régimen de permisos, posibilidades de regeneración y de una vida mejor, supongo que deben basarse en principios en consonancia con el mencionado. No debe considarse a nadie com un caso perdido, en el cual prácticamente toda una vida en la cárcel sea algo irreversible. Por ello, rechaza la pena de muerte, no sólo por principios abstractos sobre el derecho cósmico a la vida, sino como algo irreversible.

artesano dijo...

El principio de que más vale que 99 culpables estén libres, antes que un inocente esté condenado, lo suscribo. Pero respecto a los ya condenados, no se trata de teorizar sobre las bondades y éxitos de la rehabilitación, la literatura debe ser amplia puesto que se está practicando desde hace años, sino de considerar sus resultados estadísticos que creo demuestran un éxito discreto en general y un fracaso absoluto con determinados colectivos. Lamentablemente no somos capaces de rehabilitar a todos los delincuentes, como tampoco lo somos de curar a todos los enfermos.
La realidad es tozuda y nos demuestra, frente a cualquier discurso teórico bienintencionado, que hay un porcentaje importante de delincuentes que no se está rehabilitando y en cuanto sale de la cárcel incrementa la estadística de reincidentes para el perjuicio de todos.