OBSERVATORIO DEL DERECHO A LA INTIMIDAD Y AL LIBRE ALBEDRÍO

lunes, 19 de marzo de 2007

EN LA INTIMIDAD


Los humanos no llegamos a tener siete vidas como los gatos pero si que tenemos al menos dos. Una vida pública y otra privada que solo nos atañe a nosotros mismos, y en ocasiones, a los más próximos, si decidimos compartirla con ellos.
Cuando hablamos de Intimidad o Privacidad nos estamos refiriendo a nuestra Vida Privada.

Utilizando el eslogan publicitario de una conocida empresa podemos decir para referirnos a la Intimidad: “Bienvenido a la República Independiente de Tu Casa”. Para nosotros, el hogar, entendido como combinación de familia y vivienda, es lo más importante en la vida. Nuestra casa es el lugar en el que hacemos lo que nos da la gana, sin respeto alguno por los usos y costumbres imperantes.

La Intimidad, como la cebolla, tiene varias capas: la intimidad personal, la que concierne a la pareja, la que compartimos con la familia y la que implica a los amigos. En la Intimidad colocamos todo aquello que no queremos divulgar y que guardamos para nosotros solos o para un reducido círculo de familiares o amigos.

La intimidad es un valor añadido que enriquece nuestras vidas con efectos beneficiosos para la persona y la sociedad. La intimidad nos permite soñar en voz alta. Sin intimidad, muchos de nuestros sueños se quedarían . . . solo en sueños.
¿Por qué será que lo que hacemos en la intimidad es lo más placentero? ¡Y no me refiero únicamente al sexo!
Algunas teorías señalan que una persona es realmente auténtica cuando se encuentra en soledad; cuando nadie observa sus gestos y no existe la necesidad de actuar. Aseguran que los actos más íntimos, aquellos que jamás se comparten, son los que definen los rasgos, el carácter y la personalidad. Si lo pensáis, tiene su lógica. ¿Cuántas cosas hacemos a diario en la seguridad del espacio privado? ¿Cuántas otras impostamos si alguien más aparece en escena? La curiosidad y la trasgresión son dos sellos del ser humano y por eso resulta atractiva la idea del cotilleo y del espionaje. (Laura Caorsi)

También tenemos derecho al anonimato. Una concepción amplia del derecho a nuestra intimidad debe incluir el derecho a no ser molestados siempre que decidamos apartarnos de la vida pública y pasar desapercibidos. Es inadmisible que desde hace unos años, nuestros buzones se llenen de publicidad no solicitada pero que se dirige a nosotros por nuestro nombre y apellidos, como si nos conocieran perfectamente. También ocurre con el teléfono.

¿Cuál es la línea divisoria entre lo público y lo privado? Es difícil separar con exactitud nuestro espacio íntimo de nuestras actividades públicas, pero lo decisivo en este sentido ha de ser nuestra voluntad que debe de ser respetada escrupulosamente.

Hay personas que no tienen inconveniente en explicar a conocidos y extraños sus problemas de salud, mientras que otras únicamente lo explican a la familia más próxima. Las dos posturas son respetables.

En ocasiones, cuando vamos en el autobús tenemos que oír, a la fuerza, conversaciones más o menos íntimas de personas que no tienen inconveniente en utilizar el móvil con voz excesivamente alta.

La vida pública del alcalde de Zaragoza será mucho más amplia que la de la mayoría de los zaragozanos pero, tener un cargo público no implica automáticamente carecer de vida privada. Si al alcalde le operan de almorranas y no decide hacer un Bando informativo con los detalles médicos, debería respetarse su intimidad ya que no tiene relación con su cargo.

No hay comentarios: