
En mi último viaje en avión, después de haber conseguido atravesar el riguroso control de seguridad y mientras esperaba para embarcar escuchaba de tanto en tanto esta monótona frase por megafonía que nos recuerda que los robos son frecuentes.
Pensaba en lo ridículo de la situación: los aeropuertos se han convertido en recintos hipervigilados por cámaras y policías pero no ha sido posible erradicar los robos que sufren de equipajes que sufren los viajeros debidos a los descuideros.
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