La manera en que Bush fue nombrado presidente en 2000 fue flagrantemente perversa, ya que el Tribunal Supremo suplantó la voluntad del electorado; y, lo que es mucho más importante, los votantes permitieron que eso sucediera sin demasiadas protestas. En otros países, un suceso semejante habría ocasionado un golpe de Estado o algún tipo de gran revuelta ciudadana contra un régimen plutocrático y opresivo. Pero los norteamericanos simplemente se quedaron dormidos durante esa crisis tan seria, cuyas consecuencias han sido desastrosas, por supuesto, para nuestra moral como país, para nuestro sentido de lo que está bien y lo que está mal, pero también para el resto del mundo, especialmente para Iraq y muchas otras naciones.
Me he dado cuenta de que los norteamericanos no están ya interesados en la política, sino deseosos de abdicar de sus deberes como ciudadanos y entregárselos a los expertos, que supuestamente actúan en nuestro nombre pero en realidad lo hacen, en primer lugar, para conservar su puesto, y después para servir los intereses de las grandes fortunas.
Los norteamericanos ya no son ciudadanos. Como entidades políticas, son seres durmientes, desde un punto de vista moral, y no quieren ser despertados, quieren solamente que se les permita seguir llevando la vida que llevan –trabajando,
comprando, enriqueciéndose a expensas de los pobres y de nuestro propio futuro.
No es una imagen agradable.
Son declaraciones de Richard Ford, novelista estadounidense, en La Vanguardia de hoy. Pone el dedo en la llaga. Todo esto, como casi todas las tendencias que allí se originan, nos acaban llegando. ¿Los españoles todavía somos ciudadanos?
Me he dado cuenta de que los norteamericanos no están ya interesados en la política, sino deseosos de abdicar de sus deberes como ciudadanos y entregárselos a los expertos, que supuestamente actúan en nuestro nombre pero en realidad lo hacen, en primer lugar, para conservar su puesto, y después para servir los intereses de las grandes fortunas.
Los norteamericanos ya no son ciudadanos. Como entidades políticas, son seres durmientes, desde un punto de vista moral, y no quieren ser despertados, quieren solamente que se les permita seguir llevando la vida que llevan –trabajando,
comprando, enriqueciéndose a expensas de los pobres y de nuestro propio futuro.
No es una imagen agradable.
Son declaraciones de Richard Ford, novelista estadounidense, en La Vanguardia de hoy. Pone el dedo en la llaga. Todo esto, como casi todas las tendencias que allí se originan, nos acaban llegando. ¿Los españoles todavía somos ciudadanos?
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