En los mercados capitalistas se defiende con ahínco que exista suficiente competencia entre las empresas para beneficiar al consumidor. En el caso contrario, cuando existe una situación de monopolio, como ocurría hace años con Telefónica, los consumidores deben “pasar por el aro”.
Una situación intermedia, casi igual de nefasta para el consumidor, se produce cuando el mercado está dominado por unas pocas grandes empresas (oligopolio) y las posibilidades de elegir entre una oferta tan limitada son mínimas y poco beneficiosas. Ha sido necesaria una legislación que fomente la libre competencia y que prohíba y sancione las prácticas monopolísticas.
Si consideramos el “mercado” político en España y en la mayoría de países, la legislación ha llevado un camino contrario, en aras de una teórica “mejor gobernabilidad”, promoviendo la existencia de muy pocos partidos a base de discriminar a las pequeñas formaciones o desincentivar la aparición de nuevas. Así, hemos llegado a la perfecta situación de gobernabilidad con un escenario desideologizado dominado únicamente por dos grandes partidos (¿o empresas políticas?) que obligan muchas veces a la mayoría de ciudadanos, que utilizan el voto útil o el voto de castigo, a tener que elegir entre Guatemala o Guatepeor.
Ahora que las simpatías por el gobierno del PSOE están disminuyendo según los sondeos recientes, no habrá más salida que votar al PP, guste o no ya que su oferta también está en horas bajas. Y así hasta que nos hartemos nuevamente del PP dentro de unos años.
El caso de Italia es paradigmático: Silvio Berlusconi, personaje impresentable que se ha hecho con el poder económico, mediático y político, consigue ser reelegido democráticamente desde 1994 con algunas pequeñas interrupciones, debido a la falta de alternativa política (según Guido Martinotti citado por Manual Castells).
Mientras tanto seguimos discutiendo “si son galgos o son podencos” (abstención o voto en blanco)
Tampoco tiene desperdicio el caso de Grecia, donde a pesar de la dura crisis que llevan padeciendo, ha vuelto a ser elegido democráticamente otro miembro de la dinastía Papandreu que desbanca a su eterno rival Karamanlis.
Aprovecho para añadir la carta (tomada de Dinero gratis) que fue leída, por sus compañeros, en el funeral de Alexandro, el joven ateniense muerto en las protestas habidas en Atenas en 2008. Aunque han pasado unos meses creo que sigue vigente la filosofía que la impregna:
No tenemos nada que perder, ¿qué importa lo que queramos?"
Queremos un mundo mejor. Ayudadnos
No somos "terroristas", ni "encapuchados", ni los "conocidos-desconocidos"
Somos vuestros hijos. Esos conocidos, desconocidos...
Tenemos ilusión, no matéis nuestra ilusión.
Tenemos ímpetu, no detengáis nuestro ímpetu.
Recordad, una vez fuisteis jóvenes vosotros también.
Ahora perseguís el dinero, solo os importa vuestra ostentación,
engordasteis, os habéis vuelto calvos, OLVIDÁSTEIS.
Esperábamos que nos defendierais,
esperábamos que os interesarais,
que nos hicierais sentir orgullosos por una vez. EN VANO.
Vivís falsas vidas, habéis bajado la cabeza,
os habéis bajado los pantalones y esperáis la muerte.
No tenéis imaginación.
No os enamoráis.
No sois creativos.
Solo compráis y vendéis.
Materia por todo.
Amor en ninguna parte.
Verdad en ninguna parte.
¿Dónde están los padres?
¿Dónde están los artistas?
¿POR QUÉ NO SALEN A LA CALLE?
Ayudadnos.
P.d.: No nos tiréis más gases lacrimógenos. Ya lloramos solos.
OBSERVATORIO DEL DERECHO A LA INTIMIDAD Y AL LIBRE ALBEDRÍO
domingo, 11 de octubre de 2009
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