OBSERVATORIO DEL DERECHO A LA INTIMIDAD Y AL LIBRE ALBEDRÍO

lunes, 8 de junio de 2009

TRABAJO Y DIGNIDAD

Fernando Delgado en La Opinión de Tenerife nos explica que: Una improvisada reportera de televisión perseguía sin consideración a una persona que se resistía a ser famosa y renunciaba a que entraran en su intimidad. Se le reprochó su acoso y ella trató de legitimarlo diciendo que hacía su trabajo. Los que se dedican a hurgar en la vida de los demás, y viven de eso, dicen que es su trabajo. El trabajo, sin embargo, no santifica la indignidad. Pero desde que a Dios se le ocurriera en el Paraíso condenarnos a currar con el sudor de nuestra frente la palabra trabajo y la acción de trabajar parecen siempre sagradas. Se llama trabajo a muchas cosas. Por ejemplo: a la ocupación retribuida. Pero la mera retribución, por mucho que la necesite una asalariada reportera, no justifica hacerle imposible la vida al prójimo. También son retribuidos los matones a sueldo. Por trabajo se tiene igualmente a la cosa producida por el entendimiento, y no dudo de que el entendimiento de la reportera en cuestión dé para mucho, pero su entendimiento y el de la perseguida en su intimidad no estaban al parecer en la misma línea. Aunque como igualmente se llama trabajo a la dificultad, entendimiento o perjuicio es posible que en eso sí hayan coincidido esta vez una y otra. Quizá se refiriera ella al mencionar su trabajo al esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza. La riqueza del empresario de televisión para el que trabaja. No obstante, por penalidad, molestia o suceso infeliz toma también el diccionario la palabra trabajo.

Salvar puestos de trabajo es un argumento recurrente contra el progreso social. Ahora se está utilizando para subvencionar una industria contaminante como la del automóvil o se utilizó en el pasado para desgravar segundas residencias que han destrozado nuestras costas. No me extrañaría que se utilice para salvaguardar los miles de empleos del marketing directo.

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