En el seno del movimiento 15M se revivió el clásico conflicto sobre qué sistema es el más adecuado para que un colectivo tome finalmente decisiones sobre cualquier asunto, tras un periodo de reflexión y discusión. Los dos métodos tradicionales, la Unanimidad y la Mayoría, arrastran problemas inevitables.
La Unanimidad teóricamente es el sistema más justo ya que todos consiguen llegar a un acuerdo, pero en la práctica surgen problemas que la hacen generalmente inviable y desde luego, siempre implica discusiones casi eternas por lo que aún en el mejor de los casos carecerá de suficiente agilidad. Es poco utilizada. Además, siempre existe el peligro de que una única persona pueda bloquear cualquier propuesta para frustración general. Este sistema produce cierta dictadura de la minoría.
Las decisiones tomadas por Mayoría son las más frecuentes por su agilidad y porque teóricamente parece justo que se decida lo que impulsa la mayoría pero puede producir fuertes frustraciones en las minorías que sistemáticamente salen derrotadas y que sufren así, la dictadura de la Mayoría. Además, está claro que determinadas decisiones nunca podrán ser impuestas por mayoría alguna. Un ejemplo sería que la mayoría decidiera que todas las personas deben tomar el sol, desnudas en la playa o piscina, durante media hora, dadas sus bondades para formar vitamina D.
Para superar estos imperfectos sistemas, recientemente han surgido nuevas iniciativas que nos explica Diana Leafe Christian, hablando de las ecoaldeas en la revista Athanor de septiembre 2012. Se trata de dos sistemas bastante similares, la Sociocracia y la Holocracia.
La Sociocracia fue desarrollada por Gerard Endenberg en los Países Bajos en la década de los 70. La Holocracia fue desarrollada por Brian Robertson en Estados Unidos en la década de 2000.
Ambos métodos se basan en la igualdad, la eficiencia y la transparencia. En ambos se forman grupos de personas llamadas "círculos" (un círculo superior tiene niveles de responsabilidad más amplios y a más largo plazo que otro inferior que tiene responsabilidades más específicas). En cada círculo, una persona representa el objetivo del círculo superior.
Ambos métodos utilizan un sistema justo y participativo de toma de decisiones que fundamentalmente consiste en rondas de intervenciones, cuando toca el turno. Los miembros del círculo que no apoyan una propuesta deben trabajar participativamente con el resto para elaborar una nueva propuesta que incluya la opinión de todos. Así las objeciones son vistas como una mejora y no como un bloqueo. El objetor se convierte en parte de la solución. En caso de que el objetor no colabore en aportar esta nueva propuesta de consenso, el líder del círculo puede excluirlo del mismo. En la Sociocracia algún miembro del círculo debe proponer que se otorgue al líder la autoridad, de forma temporal o permanente, para excluir a esa persona; mientras que en la Holocracia, el líder tiene automáticamente esa autoridad.
En ambos sistemas, las propuestas aprobadas son revisadas una vez implementadas por si es necesario modificarlas, a diferencia de las propuestas aprobadas por métodos de consenso que son difíciles de modificar.
El bloqueo de decisiones sólo debería efectuarse cuando una propuesta fuese a causar daño a la comunidad, si violase los valores compartidos por sus integrantes o si atentase contra el objetivo de la comunidad, nunca en base a valores o preferencia personales. Siempre es importante recordar que cuando se pretende el bien colectivo, la generosidad y solidaridad personales son necesarias para reprimir la defensa a ultranza de los egoístas intereses personales.
OBSERVATORIO DEL DERECHO A LA INTIMIDAD Y AL LIBRE ALBEDRÍO
lunes, 24 de diciembre de 2012
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