Allí
donde hay un hombre con una bandera hay alguien dispuesto a obedecer, un
siervo. Los dirigentes, sean radicales o conservadores, no portan banderas; las
flamean a sus espaldas los fieles.
Los mares de banderas los inventaron los
fascistas y los recuperaron los regímenes totalitarios de diferentes signos.
Las
banderas, los himnos y los uniformes que representan patrias o naciones han
acompañado demasiado sufrimiento a lo largo de la
Historia, para beneficio de unos pocos. ¿No es hora ya de guardarlas en los museos para adoración de nostálgicos?
Como en la Canción del Pirata:
Que es mi barco mi tesoro,
que
es mi dios la libertad,
mi
ley, la fuerza y el viento,
mi
única patria, la mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario