Si toda la humanidad, menos una persona, compartiera una misma opinión, y tan solo esa persona le llevase la contraria, nada justificaría que todo el género humano silenciase a esa persona, del mismo modo que nada justificaría que esa única persona acallase a la humanidad si tuviera tal capacidad en sus manos.
Silenciar la expresión de una opinión es un hurto a la raza humana, tanto a la generación actual como a la posteridad. Además, nunca podremos estar seguros de que sea falsa la opinión que tratamos de silenciar. Cualquier pretensión de silenciar una opinión establece una condenable pretensión de infalibilidad.
John Stuart Mill. Sobre la Libertad (1859)
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